GUAYAQUIL Y QUITO

Con renovada hambre de carretera y de nuevas aventuras, tan característico en nosotros, decidimos seguir rumbo al norte. Cuando Eduardo pidió ser parte del grupo, traté de explicarle que si se animaba a unirse a nuestra aventura esperaba que fuera hasta el final, pues repartir entre dos era más fácil que entre tres. Había algo que me decía que Eduardo no iba a aguantar tantos sacrificios y lo quise aclarar.

Recordé que había pensado lo mismo cuando Manuel me pidió unirse al viaje pero habíamos "campeado muchos temporales juntos".

Así fuimos dos motocicletas y tres compañeros los que desde ese momentos compartiríamos el seguir viajando, aprender cosas nuevas y hacer nuevos amigos en ese camino incierto que nos habíamos trazado.

Recorrimos la costa peruana pasando por aquellos desfiladeros al borde del océano Pacífico, hasta llegar a Tumbes, en donde vimos la silueta de un pequeño circo y nos acercamos a ver si nos daban algo que hacer ya que los bolsillos estaban demasiado flacos. Un hombre entrado en años era el dueño de aquel circo y nos ofreció un pago anunciando a "los intrépidos motociclistas que viajan por el mundo". Se trataba de dar un par de vueltas a la única pista de aquel pobre circo, pero el anuncio vendía entradas. Hicimos aquel trabajo por unos días y decidimos seguir el viaje hacia la frontera con Ecuador. 

Una soleada tarde llegamos a Guayaquil, la segunda ciudad en importancia del país y vimos una feria en donde vendían. Entre ellas, tenían imitaciones de cabezas reducidas y el precio era tan poco que con algún dinero que habíamos hecho en el circo, compramos tres cabezas que pensamos llamarían la atención en otros lugares.

Recorrimos un poco la ciudad y partimos con el ansia de llegar a Quito. Se hizo la noche y veíamos la iluminación de Quito en la distancia. Subíamos y bajábamos montañas, perdíamos la vista de la ciudad y la volvíamos a recuperar. Nos parecía que estábamos cerca, pero al final decidimos parar a dormir y seguir la búsqueda el próximo día. Bien que lo hicimos ya que nos llevó más de dos horas llegar a la capital del Ecuador.

Ni bien llegamos a Quito, me sorprendió un hombre que me llamó por mi nombre: - Hola Carlos... me dijo. - Nos conocemos?... le pregunté.

- Tú a mi no... pero yo a ti te conozco por tus amigos, los radio-aficionados uruguayos me han contado de tu viaje... si quieren hablar con Uruguay, pueden venir a casa esta noche.

Ahí estuvimos y pude hablar con mis padres... algo que no era posible sin la ayuda de estas personas que estaban pendientes de  nuestro viaje.

Un reportero de un periódico local nos quiso hacer un reportaje y nos llevó a su oficina. Esos reportajes eran negociados por comida o dormida en algún restaurante u hotel. Allí conocí a Felicia, una de las oficinistas que llegó a ser una amiguita más, que me ayudaba a enamorarme aunque más no fuera temporalmente.

Nos acostumbramos a comer las fritadas de cerdo que servían los vendedores ambulantes que eran más económicas que comerlas en restaurantes.  

Nos aprontamos a partir, despidiéndonos de algunos amigos y dejando a Felicia con lágrimas en sus ojos.

Nuestro próximo destino era Colombia.

Categorías: Mi Viaje

Comentarios

No hay comentarios

  • BobbyNutle  
    canada drugs pharmacy online online medicine order discount
    online pharmacies uk pharmacies shipping to usa
    online pharmacies https://nienalo.strikingly.com/

Añadir comentario

Encerrando entre asteriscos convierte el texto en negrita (*palabra*), el subrayado es hecho así: _palabra_.
Smilies normales como :-) y ;-) son convertidos en imágenes.
Direcciones e-mail no serán mostradas y sólo serán utilizadas para notificaciones a través de esa vía

Para prevenir un ataque spam en los comentarios por parte de bots, por favor ingresa la cadena que ves en la imagen mostrada más abajo en la apropiada caja de texto. Tu comentario será aceptado sólo si ambas cadenas son iguales. Por favor, asegúrate que tu navegador soporta y acepta cookies, o tu comentario no podrá ser verificado correctamente.
CAPTCHA