PUNO Y AREQUIPA
Aunque era la capital de la región, Puno nos daba la impresión de un pueblo sin vida, enclavado en esta ruta desierta. La mayoría de personas que la habitaban visten prendas típicas de brillantes colores, resaltando más su folklore y las costumbres indígenas del área, que le dieron el nombre de "Capital folklórica del Perú".
Aprendimos que la gente de Puno es supersticiosa y piensan que si su iagen es capturada en una fotografía, esto influenciará sobre sus almas. A toda costa evitan ser fotografiados por turistas y voltean sus caras cuando estos tratan de hacerlo.
Seguimos el camino... a la distancia vemos la silueta del volcán Misti y casi sin saberlo nos encontramos con la ciudad blanca, como la llaman a Arequipa por estar construida en piedra calcárea. Esta es la segunda ciudad en importancia del Perú.
Estamos rendidos, fatigados y demacrados por los momentos de angustias vividos en La Paz y por 2000 kilómetros de la carretera más inhumana que se pueda imaginar. 
Desde aquella primera caída en el norte argentino, habíamos surcado caminos de tierra, de arena, de piedra, ríos sin puentes, barriales intransitables... y habíamos luchado continuamente contra el soroche que nos privaba de oxígeno a través de los pueblos bolivianos.
Ya más tranquilos y pensando que pronto estaríamos en la costa oeste nos internamos en la ciudad y después de tomar un refresco nos sentamos a contemplar el paso de la gente. Nos asombró ver a tantas personas que por su accionar denotaban síntomas de locura. Conversando con un lugareño Manuel le preguntó:
- Acá hay mucha gente enferma de la mente... ¿no hay hospitales?
- Deberían cercar la ciudad... dijo el lugareño mostrando una boca escasa de dientes... - Hay más locos que cuerdos... recalcó.
Así, cargados de pensamientos llegamos al otro lado del mapa. Habíamos comenzado el camino con ganas de llegar al otro océano... al que no conocíamos.
BobbyNutle
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