2) RIO DE JANEIRO - MONTEVIDEO

Frustrados y por no decirlo amargados, tomamos el precario camino de arenilla que nos llevaría al Chuy. Habíamos caminado algo y vimos un río en nuestra mano derecha... la otra orilla era Uruguay. Seguimos andando y divisamos un bote a remos solitario en la orilla del río, lo que nos dio la idea de "tomarlo prestado", montarnos en él junto con la Indian y cruzar a mi país.

Después de muchos esfuerzos y con la ayuda de un endeble tablón que Manuel encontró cerca, pudimos subir la pesada Indian al bote y cruzar el río.

Estábamos en Uruguay... ¿De contrabando?... bueno, yo era un uruguayo al que se le había negado la entrada...

Comenzamos a rodar a campo traviesa, abriendo y cerrando tranqueras lo que no animaba aunque no divisábamos casas. Se nos hizo la noche y nos tendimos a dormir en un campo en donde había bastante ganado. - ¿No nos pisarán las vacas? preguntaba asustado Manuel... - No te preocupes brasilero que las vacas son más inteligentes que vos...

Amaneció y seguimos andando hasta que vimos una polvareda a lo lejos. Era una señal de que había algún camino de tierra. Lo encontramos y lo tomamos hacia la derecha o sea hacia el Sur. A los pocos kilómetros vimos un letrero anunciando a Tres Cruces, un pequeño pueblo en medio del campo. Fue una suerte el haberlo encontrado ya que la Indian casi tosía por falta de gasolina. Llenamos el tanque y seguimos las indicaciones para llegar a Tacuarembó en donde al fin tomaríamos una mejor carretera hacia Montevideo.

Estábamos en casa... en mi casa... Hice roncar el motor de la Indian y al momento salieron mis viejos a abrazarme. Lógicamente eran otros sorprendidos que leían las escrituras en la moto y nos decían que estábamos locos.

Sacamos pasaportes, algunos visados y nos vacunamos con todas las vacunas posibles. Un amigo nos hizo unas tarjetas con nuestra foto para dejar como recuerdo a futuros amigos y nos sentíamos listos para partir hacia lo desconocido. Bajo el árbol de Francisco Rodrigo 3035, estudiamos mapas y más mapas y hacíamos planes que casi nunca se cumplieron.

Le acoplamos un cajón a la Indian sobre el guardabarros trasero y dos tanques de Jeep para cargar gasolina a los lados de su rueda trasera.

Tres días antes de partir, recibí una llamada telefónica de alguien que quería comprarme la patente del S.U.N. Mi tío Rubén Caggiani, abogado él, hizo el papeleo y aunque la suma no era despreciable se le pagaría a mi padre mensualmente. Eso no estaba mal, ya que s en casos extremos necesitaba algo de dinero mi padre me lo podría girar.

El 12 de octubre de 1964, con $40.00 dólares en el bolsillo, nos despidieron familiares y amigos en la puerta de mi casa y entre abrazos y alguna que otra lágrima nos volvimos a encaramar en la vieja Indian camino a Colonia del Sacramento donde nos embarcaríamos a Buenos Aires. De allí en adelante, apuntar al Norte y comenzar la aventura de nuestras vidas.