LIBERTAD

Raúl, Carlos y Manuel eran tres hermanos nacidos en Cuba, se criaron allí en un sistema que ellos describían como carcelario, ya que no tenían la opción de salir a buscar las oportunidades que siempre habían soñado. Hablaban muy en secreto con otros amigos que opinaban lo mismo que ellos, siempre con el miedo que alguien los escuchara y denunciara su manera de pensar. Ahí, no se podía pensar diferente a aquellos que apoyaban el régimen castrista que había llevado el país y a sus habitantes a la ruina. Las personas estaban condenadas a no tener ambición y los tres hermanos veían que estaban rodeado de conformistas. La vida se había hecho una costumbre y cualquier sueño era truncado por la rigidez del gobierno de Castro y cualquier soñador, podría terminar en el paredón y con plomo en su cuerpo.

Raúl, Carlos y Manuel, siempre conversaban en encontrar la solución y marcharse de la isla con rumbo a los Estados unidos, donde sabían que si tocaban tierra antes de que los detuviera la guardia costera, tendrían derecho a quedarse residiendo en el país. Por otro lado, si los Guarda Costas norteamericanos los agarraban antes de desembarcar, los deportarían nuevamente a Cuba donde tendrían que enfrentar castigos de desertores y hasta una posible muerte.

El problema era por partida triple, ya que tendrían que arriesgar la vida para atravesar el inmenso mar a la libertad y también la arriesgarían si fuesen devueltos a Cuba o si fuesen descubiertos antes de cumplir su misión de escape. Sus mentes jóvenes inventaban maneras de salir de esa prisión y los pocos medios económicos imposibilitaban las ideas. Era una locura pensar en un barco, o en pagar a alguien que lo tuviera y quisiera exponerse a una muerte segura si fueran descubiertos. Raúl, que era el mayor de los hermanos Duarte, había estudiado mecánica en una escuela vocacional de la Habana, trabajaba en un taller y les decía a sus hermanos que si pudieran comprar un vehículo liviano lo podrían convertir en anfibio para tratar de cruzar los 90 kilómetros que los separaban de la libertad.

Entre los tres lograron ahorrar algún dinero y Raúl se enamoró de un Citroen 2 CV que en su mente sería fácil de convertir a lo que él quería. La idea de Raúl era hacer una balsa rudimentaria con madera, poner debajo cámaras de camión infladas y atadas a la balsa y atar todo este aparato debajo del Citroen sin que las cámaras tocaran el piso. De esa manera, el auto podría deslizarse hasta la orilla de la playa y al entrar al agua quedaría flotando. El motor del 2 CV estaba fijo en la parte de atrás del automóvil con cuatro tornillos que podían sacarse y levantarlo en bloques previamente hechos, para que a la conexión de la caja de cambios con el diferencial se le pudiera adaptar un cardán y una pequeña hélice que serviría para empujar el vehículo en el agua. Algo que también estaba en los planes era conseguir algún tanque o recipiente de metal o plástico, para llevar gasolina extra ya que estaba visto que la hélice necesitaría una fuerza y el gasto de gasolina podría ser mayor al esperado. Compraron el Citroen y Raúl comenzó a planificar y a fabricar las partes necesarias que serían las piezas de aquel rompecabezas al que llamaron "Libertad".

Carlos y Manuel estaban encargados de encontrar los materiales para fabricar la balsa y para ese propósito, hasta talaron árboles  en las afueras de la Habana. Aquellos postes de madera tenían que ser largos y sobrepasar el tamaño del Citroen para lograr estabilidad de flotación. Lo más complicado era el cómo llevar todos esos materiales hacia la orilla de la playa, sin que nadie lo notara, poner todo el equipo junto y hacer los cambios para convertir un auto en un bote. Lo peor era el tamaño de las seis  cámaras de goma que si estaban infladas ocuparían demasiado lugar. La madera sería un armazón desmontable y unido con bulones, o sea que no tenían el problema de espacio que tenían las cámaras. Decidieron que la única manera era conseguir un compresor de 12 volts para inflar las cámaras usando la batería de Libertad. Había pasado un año y los tres hermanos estaban prontos para hacer ese viaje que tanto esperaron. Dentro del automóvil no había quedado lugar nada más para el conductor, un inmenso tanque de gasolina ocupaba casi toda la parte trasera, en el asiento del pasajero estaban la cámaras sin aire y a los costados habían atado cuidadosamente las maderas que conformaría la balsa.

Raúl manejó el automóvil hacia una playa no muy cercana y Carlos y Manuel ya habían partido el día anterior caminando hacia la misma playa, donde esperarían al hermano que según ellos era el responsable de llevarlos a tierras de promesas. Llegó Raúl por la noche y agradeciendo que la luna les ayudaba a iluminar el área, ataron y juntaron los postes de madera que conformaban la balsa, colocaron las cámaras de goma ya infladas usando en compresor, hicieron los cambios mecánicos del motor y la hélice que ya habían probado antes, y empujaron al Citroen hacia el agua. Todo había funcionado bien y ya estaban en pleno viaje navegando hacia sus sueños.

Tocaron la costa de Estados Unidos una mañana fría, que a ellos les pareció el mejor amanecer de sus vidas. Habían logrado la primera parte de sus sueños y ahora estaría en ellos el saber aprovechar las oportunidades que les daría un país en donde nadie era prisionero.

"Libertad" pasó a ser parte del museo de los cubanos emigrantes y los tres hermanos la visitaban todos los años como agradecimiento al que los trajo a su nuevo país.     

 La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.

Miguel de Cervantes (1547-1616) Escritor español.

Categorías: Cuentos

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  • BobbyNutle  
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