EL ÑATO

Ya había escrito y publicado nueve libros escritos en prosa y uno "Un Nuevo Martín Fierro" en versos, cuando un amigo también escritor me preguntó porqué no hacía algo con mis poesías que ya habían publicado en España y en Argentina. También le interesaba saber de donde había nacido esa vena poética que a él le agradaba tanto.

Bueno... creo que eso comenzó desde pequeño y que estaba ligada a mi gran amigo... el Ñato.

Y esta es la historia:

Doña Claudia Álvarez era una mujer madura, trabajadora, dulce y a sus años seguía estando soltera. Era extremadamente pobre y nunca tenía tiempo de socializar o reunirse con gente de su edad ni de asistir a fiestas, a no ser las que una vez por año hacían sus vecinos. Trabajaba lavando y planchando ropa para los que podían darse el lujo de pagar por sus servicios y había aprendido a vivir con lo justo como para pagar el alquiler de su modesta pieza y poder comer.   Por demás está decir que era querida y apreciada por el vecindario de aquél callejón ya que siempre estaba dispuesta a ayudar a cualquiera que se viera necesitado.

Una fría noche de invierno, fue despertada por el llanto de lo que parecía un bebé y aquel llanto se escuchaba a través de la desvencijada puerta de su modesto cuarto. Rápidamente la abrió, y se encontró con una canasta de mimbre en donde envuelto en una sucia manta se encontraba un hermoso bebé, al parecer recién nacido. Por alguna razón desconocida lo habían abandonado junto a su puerta. Sin pensarlo, tomó aquella canasta con sumo cuidado y entró con la decisión de ayudarlo a calmar su llanto. Mojando uno de sus dedos en leche, lo arrimaba a la boca del niño y él dejaba de llorar buscando más... Sin lugar a dudas, tenía hambre. Al amanecer, pidió a la niña de su vecina que se quedara al lado del bebé y ella fue a la farmacia tratando de adquirir por lo menos un biberón para alimentar a aquel desvalido recién nacido.

Preguntando a sus vecinas, aprendió a criarlo siempre pensando de que algún día iba a aparecer su verdadera madre. Por el momento, ella estaba haciendo su papel de madre y ese bebé ara la alegría de su vida. Había sido recompensada con la compañía que tanto necesitaba. Como pasaban los días y nadie venía a reclamar al que ella llamaba su trofeo, decidió darle un nombre y apuntarlo en el registro civil  como hijo suyo. Héctor Hugo Álvarez siguió creciendo y doña Claudia siguió cuidando de él como nadie podría hacerlo mejor.

Ahora verán porque les cuento esta historia y la parte de mi vida que pude compartir con Héctor Hugo "El Ñato" Álvarez cuando cursábamos estudios primarios en el Colegio Pallotti.

El Ñato, que en ese entonces tenía once años, era dos años mayor que yo y nos conocimos en uno de los recreos en aquel patio tan grande que tenía la escuela.

Todos los días nos reuníamos a conversar y a comer nuestras meriendas. Él siempre tenía tema... le sobraban las palabras.

Un día lo invité a que viniera a mi casa y mis padres quedaron asombrados de como El Ñato, siendo un niño tenía un poder de expresión asombroso.

Yo tocaba el bandoneón, instrumento que había aprendido desde muy pequeño y él quería escuchar y se deleitaba con la música.

- Yo sé recitar... dijo El Ñato.

Y sin hacerse rogar comenzó a declamar una poesía de Gagliardi y terminó llorando, acompañado por las lágrimas de mi madre y los ojos húmedos de mi padre y por qué no decirlo, también los míos. Ni mis padres ni yo, podíamos creer el poder de expresión que tenía mi amigo que vivía la descripción de aquellos versos.

- Porqué no hacemos un dúo y salimos en carnaval... dijo El Ñato.

Mi viejo que siempre estaba dispuesto a ayudar, dijo que él se encargaría de sacar los permisos y nos acompañaría. Y así nació el dúo: "Por las Calles del Recuerdo".

El Ñato recitaba poesías de Gagliardi y yo lo acompañaba con el bandoneón. En cada poesía El Ñato terminaba llorando y también el público.

Los carnavales de Montevideo eran los más largos y se extendían por todo un mes. Cada barriada cerraba toda una cuadra y construía un escenario donde actuaban diferentes agrupaciones para entretener al vecindario. Nosotros no sabíamos que había que ser contratado y pedíamos permiso para actuar entre número y número. Teníamos tanta aceptación que todas las noches la terminábamos con cuatro o cinco contratos para volver a actuar.

El año siguiente éramos 3 y al otro año 9 con escenografía e iluminación propia. Los contratos se firmaban en la sede de la mutual de jugadores donde se reunían los participantes y se hacían los arreglos de precio y horas.          

Seguimos creciendo y aunque muchas veces actuábamos en algún festival, se acabaron los 15 minutos de fama. El Ñato llegó a ser periodista radial en la CX 8 y en la Radio Montecarlo de Montevideo.

Con el tiempo y con mi emigración a USA, perdimos contacto...

El comienzo de esta historia me la contó El Ñato. Un día me dijo que su madre biológica había aparecido y la rechazó de plano. Para él no había mejor madre que doña Claudia.

Hoy me doy cuenta, que él se creía parte de esas poesías y el llanto era en parte la demostración de su pena.  

Un gran amigo y un gran comunicador que se ganó la vida con lo mejor que sabía hacer.

Escuchar al Ñato, conocer su pasado y sus emociones, me llevaron a amar la poesía. 

La poesía nos permite expresar nuestros sentimientos de tristeza, de alegría, nostalgia, esperanza, olvido, y hasta incomprensión, desesperación, sueños y anhelos.

 

Categorías: Cuentos

Comentarios

No hay comentarios

Añadir comentario

Encerrando entre asteriscos convierte el texto en negrita (*palabra*), el subrayado es hecho así: _palabra_.
Smilies normales como :-) y ;-) son convertidos en imágenes.
Direcciones e-mail no serán mostradas y sólo serán utilizadas para notificaciones a través de esa vía

Para prevenir un ataque spam en los comentarios por parte de bots, por favor ingresa la cadena que ves en la imagen mostrada más abajo en la apropiada caja de texto. Tu comentario será aceptado sólo si ambas cadenas son iguales. Por favor, asegúrate que tu navegador soporta y acepta cookies, o tu comentario no podrá ser verificado correctamente.
CAPTCHA